Autor: Fernando Schmidt Embajador Exsubsecretario de Relaciones Exteriores
COLUMNA DE OPINIÓN: La ruta polar de la seda y la Antártica
Ino fuera por los exabruptos del futuro Presidente de los Estados Unidos respecto ala compra de Groenlandia, en esta parte del mundo apenas percibiríamos lo que pasa en el polo norte. Sin embargo, en las tierras de “Santa Claus” se están produciendo movimientos telúricos que tarde o temprano van a tener repercusiones mundiales, también sobre el cono sur de América y la Antártica.
Uno de estos cambios tiene que ver con la posibilidad de que los flujos de navegación en el enorme espacio euroasiático se alteren en forma dramática, reduciendo la importancia del Pacífico Occidental, del Océano Índico, del mar Arábigo, del Canal de Suez y del Atlántico Sur.
En concreto, Rusia y China vienen desarrollando por años la llamada “Ruta Polar de la Seda” (RPS), que pretende acortar los tiempos de desplazamiento de buques entre los centros más poblados de ambos países en rangos que van entre un 30 y 50%, dependiendo de la estación del año. La RPS permitiría sortear escollos geopoliticamente complejos para la navegación como el Mar del Sur de China, el Estrecho de Malaca, el Indico, Suez, etc. Mejoraría la competitividad de los productos chinos en Europa y viceversa, produciendo resquebrajamientos en las relaciones comerciales (y políticas) en el Atlántico Norte.
Se convertiría en una valiosa alternativa para mejorar el acceso a mercados europeos de productos japoneses y coreanos (y al revés), produciendo también una eventual trizadura en la inquebrantable alianza entre Estados Unidos y esas dos potencias industriales y aliados en Permitiría la explotación de riquezas en el norte de Rusia y alentaría una carrera por los recursos árticos. Para qué hablar de la potenciación de la situación geoestratégica en que quedarían los dos países patrocinadores con respecto a Estados Unidos y Europa. La RPS comprende varios niveles. Uno de ellos es el ferroviario, que funciona desde 1904 y se haido ampliando desde entonces, pero cubre una capacidad limitada de contenedores y no compite con el transporte marítimo. Además, presenta transbordos caros y diversos escollos políticos. Otra posibilidad es la navegación marítima por el Mar del Norte de Rusia (MNR), sobre la que se han hecho públicos varios avances. Otro nivel tiene que ver con el desarrollo a lo largo de las vías de un sistema de defensa, para lo cual Rusia y China están coordinando políticas y ejercicios militares.
Según un reciente artículo de Eurasia Daily Monitor, del centro de investigación y análisis Jamestown Foundation, para el MNR Rusia ha iniciado la construcción de una nueva generación de rompehielos de propulsión nuclear, como parte del proyecto 22220. Ya se encuentra navegando el Chukotka. Se están construyendo el Yakutia y el Leningrad y este año comienzan los trabajos del Stalingrad. Estos buques permitirían escoltar flotillas de barcos mercantes a lo largo de la ruta durante todo el año, ya que quebrarían hielos de casi tres metros de espesor.
La idea es transformar al MNR en la principal arteria de transporte y comercio en el espacio eurvasiático, desplazando a Suez o a la ruta del Cabo, y producir una nueva concepción geoeconómica en la que Rusia y China tendrían un papel central. Los rusos calculan que hacia el 2030 serían capaces de tener siete rompehielos nucleares operativos para Rosatom (9 según fuentes oficiales), la empresa estatal de energía nuclear.
Además, dentro de dos años entrarían en funciones otros cinco rompehielos convencionales resultado de los proyectos 23550 "Arktika” y "“Yermas”. Estos últimos, según la publicación mencionada, estarían equipados con armamento pesado, misiles tierra-aire y plataformas para su lanzamiento. En otras palabras, asistimos no solamente a la eventual aparición de un esquema desconocido de rutas oceánicas que implican nuevos tipos de relaciones, sino a la creciente militarización de esos espacios. En ese sentido, no es de extrañar que Trump busque la “compra” de Groenlandia, aunque sea toscamente. La publicación informa que, a pesar de los avances rusos, el país que más rompehielos ha construido recientemente es China (4), aún a considerable distancia de los primeros.
Sin embargo, han reducido significativamente el tiempo y costo de construcción y, de seguir así, desafiarán en el largo plazo el liderazgo moscovita lo que lleva aalgunos analistas a vislumbrar fricciones entre Rusia y China por controlar posiciones dominantes en el Artico.
Por ahora, sin embargo, ambos países están comprometidos por algún tiempo en la práctica cada vez más frecuente de ejercicios militares conjuntos en el norte, particularmente, en dos situaciones: guerra antisubmarina y defensa aérea (de drones principalmente). La respuesta occidental a este desafío ha sido bastante tardía.
Se centra en la asociación trilateral llamada ICE Pact (Icebraker Collaboration Effort), que reúne a Estados Unidos, Canadá y Finlandia, y cuenta en la actualidad con 33 rompehielos en conjunto (Rusia tiene 40). El Pacto se suscribió en julio del año pasado y el Memorándum de Entendimiento para darle forma se acordó en noviembre. El ICE pretende incrementar la industria de los asociados en astilleros especializados en construcción de rompehielos; establecer un sistema de consultas en temas relacionados, y desarrollar sus capacidades polares. De los tres, Finlandia es el socio con mayor potencial en este campo, al ser capaz de construir este tipo de barcos a menor costo y tiempo. No obstante, los tres están en desventaja numérica y tecnológica frente al despliegue ruso y chino. Puede que todo esto nos suene distante, lejos de nuestra área de interés, pero hay varias dimensiones que debemos considerar.
Por un lado, que estas potencias extra-continentales ya actúan en América Latina; que disponen de flotas que se pueden desplegar en el territorio antártico donde tienen una activa presencia; que en América del Sur disponemos de apenas dos rompehielos (uno chileno) con capacidad para quebrar superficies heladas de un metro de espesor (no tres); que hace cuatro años Rusia descubrió enormes depósitos petroleros en alguna parte del Mar de Weddell, inmenso sector reclamado por Chile, Argentina y el Reino Unido, por unos 511 mil millones de barriles. Por el momento, Rusia se ha comprometido a respetar el Tratado Antártico. Pero ¿ mantendrá esta posición ante necesidades geopolíticas? ¿ Cuál será su reacción en caso de que los EE.UU.
Autorice la perforación de pozos petroleros en el Refugio Ártico de Alaska y relaje las barreras ambientales? Según la publicación citada, hace cinco años el investigador del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, Alexey Kuprianov, el régimen del Tratado Antártico podría colapsar rápidamente si una sola de las grandes potencias decide abandonarlo y, ante esa hipótesis, Rusia debería defender sus propios intereses. Es decir, propiciaba que la empresa geológica descubridora de los yacimientos antárticos (Ros Geo), sancionada por Estados Unidos y Gran Bretaña, siga consolidando sus avances en el yacimiento, lo que han hecho.
Frente a este desafío en la Antártica, pienso que Chile debe ser muy dinámico en ejercer sus derechos y, en tal sentido, bienvenido el viaje pionero del Presidente Boric al Polo Sur en una operación bien planificada que refuerza nuestro compromi Debemos ser proactivos en la defensa del Tratado, el instrumento internacional que defiende nuestros derechos. En lo político, plantear el tema transversalmente.
Además, coordinarnos con otros países latinoamericanos y en particular con Brasil, miembro y presidente en ejercicio de los BRICS, ya que éste es el foro mediante el cual tanto China como Rusia podrían querer erosionar la solidez del Tratado, como ya lo están haciendo en el ámbito de los recursos vivos marinos antárticos. Un tema preocupante. “Chile debe ser muy dinámico en ejercer sus derechos y, en tal sentido, bienvenido el viaje pionero del Presidente Boric al Polo Sur en una operación bien planificada que refuerza nuestro compromiso antártico”, señala Schmidt.
“Rusia y China vienen desarrollando por años la llamada “Ruta Polar de la Seda” (RPS), que pretende acortar los tiempos de desplazamiento de buques entre los centros más poblados de ambos países en rangos que van entre un 30 y 50%, dependiendo de la estación del año” “La respuesta occidental a este desafío ha sido bastante tardía.
Se centra en la asociación trilateral llamada ICE Pact (Icebraker Collaboration Effort), que reúne a Estados Unidos, Canadá y Finlandia, y cuenta en la actualidad con 33 rompehielos en conjunto (Rusia tiene 40)” “Por el momento, Rusia se ha comprometido a respetar el Tratado Antártico, Pero ¿ mantendrá esta posición ante necesidades geopolíticas? ¿ Cuál será su reacción en caso de que los EE.UU. Autorice la perforación de pozos petroleros en el Refugio Ártico de Alaska y relaje las barreras ambientales?”