La resistencia de los partidos
I bien las elecciones municipales y regionales no han concluido, el 24 de noviembre habrá segundas vueltas en 11 de las 16 regiones del país, los resultados globales del reciente fin de semana son inequívocos: la oposición avanzó de manera sustantiva en los cuatro comicios que hubo en comparación con las cifras que obtuvo en 2021, pero el oficialismo tampoco sufrió la debacle que algunos análisis habían proyectado.
De hecho, los datos delas elecciones de concejales y consejeros regionales, que reflejan el apoyo a los bloques y partidos, evidencian que, en general, los sectores políticos con más larga implantación territorial resistieron bien el desafío planteado por las colectividades más nuevas.
El pacto Partido Republicano e independientes no logró superar a la suma de sufragios de los partidos de Chile Vamos —el temido “sorpasso” o adelantamiento—, y en concejales incluso quedó por debajo del pacto RN e independientes.
En el oficialismo, en tanto, ningún partido porsísolo llegó a los dos dígitos de votación; pero, en concejales, la alianza PS, PPD y DC superó a la constituida por el PC y el “Los partidos históricos, y formaciones más jóvenes pero consolidadas, como el Frente Amplio y republicanos, en conjunto retienen más del 70% del electorado”. Frente Amplio, mientras que en consejeros regionales —donde la DC compitió sola—, el PS y el PDD se impusieron al PC y el Frente Amplio, que corrieron por separado. Con todo, primera vez las fuerzas de derecha y centroderecha han obtenido más concejales quela izquierda y la centroizquierda, con más del 45% de los sufragios y el 47% de los puestos.
En relación con 2021, el oficialismo perdió 40 alcaldías, muchas de ellas consideradas emblemáticas; haber mantenido otras, como Maipú, Viña del Mar y Recoleta, ganar Valparaíso o arrogarse la victoria del independiente Matías Toledo, en Puente Alto, apenas disimula ese retroceso. Chile Vamos triunfó en 122 comunas y el pacto Contigo Chile Mejor lo hizo en 111. Los independientes consiguieron 103 mandatos; más de dos tercios de los alcaldes electos como independientes fuera de pacto, sin embargo, tienen pasado como candidatos de partidos. No hubo, en general, una irrupción significativa de candidatos ajenos ala política tradicional o antisistema.
De todos modos, los comicios no escaparon de la tendencia a la dispersión que caracteriza al sistema político chileno; se presentaron 21 partidos, en la elección de concejales hubo 12 listas o pactos que lograron representación, y 14 listas lo consiguieron en los consejos regionales.
La atomiz: ción de postulaciones, el desconocimiento de los candidatos y de las atribuciones del cargo, en particular en el caso de los cores, parecen haber influido en la elevada tasa de votos nulos y blancos. En la competencia de alcaldías hubo un 10,72 % de nulos y blancos; en concejales y cores ese porcentaje subió a 21,46 % y 25,78 %, respectivamente.
Ciertamente, la resiliencia de los partidos históricos y de formaciones más jóvenes pero consolidadas, como el Frente Amplio y republicanos, que en conjunto retienen más del 70% del electorado, no debería relegar a segundo plano la necesidad de acordar reformas políticas que mitiguen la fragmentación, mejoren el funcionamiento de los partidos, la disciplina de sus representantes y autoridades, la transparencia e incentiven la cooperación. La academia y los materiales emanados de los ciclos constituyentes han suministrado consensos técnicos para ello. En un seminario ayer de la Sofofa, el exministro Ignacio Briones opinó que el liderazgo en esta materia le corresponde al Presidente de la República.
A juicio del también exministro Ricardo Solari, hay que establecer mecanismos para tener partidos más grandes y disciplinados, por la vía de normas legales; los exsecretarios de Estado coincidieron en que después del balotaje de gobernaciones regionales habría que acometer esa negociación.
Desde luego, la diversidad de las realidades locales explica rangos más altos de dispe política y de confianza en las figuras independientes (casi un tercio de los alcaldes electos), pero a nivel nacional la fragmentación partidaria, la indisciplina militante y el peso de los independientes son un costo para la gobernabilidad y la eficiencia legislativa.