La eterna deuda de los hospitales públicos
Osvaldo Artaza Decano Facultad de Salud y Cs. Sociales, U.
De Las Américas in esta época aparece el reclamo hospitalario de que se acabó el presupuesto, con la consiguiente dificultad para sostener la actividad de los establecimientos; la reacción de distintos actores, ya sean políticos, gremiales o de la industria, a lo que se suma la angustia de las personas cuyas cirugías o procedimientos son postergados. Pero, a pesar de que en salud siempre las necesidades son superiores alos recursos disponibles, hay hospitales públicos que logran una mejor gestión presupuestaria, y no todos a mitad del año se encuentran sin liquidez. Hay evidencia de que, a igual nivel de complejidad, hay establecimientos cuyo costo medio de egreso es mucho menor al de otros.
Es notoria la diferencia cuando los equipos conocen sus indicadores de producción; los costos involucrados en insumos y recursos humanos; el nivel de complejidad de sus prestaciones, y cuando planifican adecuadamente los procesos de compra y deciden en base a la racionalidad cientifica la incorporación de tecnologías.
Todo lo anterior deja en evidencia que el control presupuestario no es posible sin equipos directivos consolidados, y con unidades en las cuales sus líderes médicos y de enfermería están más involucrados y capacitados en la gestión clínica.
Aún existiendo hospitales que logran mejores desempeños, estos lo logran con un alto gasto de energía; la gestión hospitalaria pública se enfrenta a que prácticamente no existe un ítem para mantenimiento y reposición de equipos, y a que el margen para la administración del recurso humano — que explica cerca del 70% del gasto— es mínimo, con un nivel de ausentismo que traduce las grandes limitaciones para una gestión del principal recurso involucrado. Aún peor, quienes hacen esfuerzos de buena gestión perciben que no tienen recompensas.
El drama del endeudamiento hospitalario presiona a que el gasto público en salud se derive hacia ese nivel en detrimento de un mayor aumento hacia la atención primaria, lo que explica, a su vez, un sostenido aumento de presión hacia los hospitales. La solución de este tema no sólo va asociada de más recursos económicos, sino también de urgentes reformas en la gestión hospitalaria que se han postergado por décadas.