Autor: Pedro Cayuqueo,

¡Viva Chile!
¡ Viva Chile! OPINIÓNFue una de las bonitas sorpresas de estas fiestas patrias, al menos para mí: la presencia, siempre junto a la chilena, de banderas mapuche en las ramadas de diversas comunas del país. Y también en el comercio ambulante. “¿Y cuál compran más?”, pregunté intrigado a un entusiasta vendedor que me la ofreció hace unos días en pleno centro de Viña del Mar, ciudad donde resido. “Las dos, mucha gente se lleva las dos”, me respondió sin titubear.
Pero no se engañen, no sólo eran visibles en el infaltable comercio callejero de estas fechas, también en sectores residenciales e inclusive en las alturas, en los ventanales y terrazas de innumerables edificios de departamentos vecinos al mío.
Es un fenómeno cultural que yo no veía en esta parte de Chile desde el estallido social y el posterior proceso constituyente, aquel que tuvo a los símbolos indígenas como protagonistas y que más tarde fracasó rotundamente en las urnas.
De protagonistas de la historia pasamos al más absoluto ostracismo, aquello fue lo que aconteció con el tema indígena posterior al triunfo del Rechazo en aquel primer plebiscito constitucional; y junto a nuestras demandas y reivindicaciones, por tanto tiempo postergadas, también nuestros símbolos sufrieron el impacto de la derrota. Nuestra bella bandera, que engalanó marchas, cabildos, manifestaciones políticas y culturales, también pronto desapareció de escena. De allí mi actual sorpresa. No fui uno de ellos, lo aclaro de entrada, pero muchos estimaron que los temas indígenas habían agotado el saldo de simpatía popular que les otorgó el estallido social.
En parte por los propios errores cometidos en la Convención (uno de ellos el exceso de protagonismo de los temas indígenas, nobleza obliga), en parte por la feroz campaña en contra que levantaron los sectores más conservadores del país, lo cierto es que el respaldo público al tema indígena desapareció de escena. Sucedió incluso con los principales aliados políticos del mundo indígena en aquel entonces, los líderes del actual Frente Amplio.
El presidente Gabriel Boric, en poco meses, pasó sin ruborizarse del concepto Wallmapu (denominación geocultural) al de Macrozona Sur (denominación policial), de querer retirar a los militares del conflicto a batir todos los récords existentes de prórrogas al Estado de Excepción Constitucional. ¿Cómo revertir tamaño retroceso? ¿ Cómo levantarnos nuevamente e insistir con el sueño de un Chile inclusivo y respetuoso con sus primeras naciones? Son preguntas que muchos nos hicimos, apesadumbrados y tristes por la derrota. Pero el tiempo pareciera poner sabiamente las cosas en su lugar. Una ruca grande donde quepamos todos, aquel era al menos para mí el sueño constituyente que fracasó en aquel plebiscito. Y si bien no fue posible lograrlo, estoy convencido de que Chile tarde o temprano dará ese paso histórico. Me lo demuestra hoy el cariño que una parte de la sociedad chilena mantiene intacto hacia nuestra bandera.
Lo que para algunos es un “símbolo neomarxista” (así la tildó un político de derecha hiperventilado), para otros es un bello recordatorio de lo que Chile tiene pendiente desde los albores de la República: la valoración de su origen indígena. En estas fiestas patrias pude ver, nuevamente, la bandera mapuche flameando digna y orgullosa. Lo mapuche avanza a diario y cada día más chilenos lo entienden y asumen de manera positiva. ¡Salud por eso!.