Autor: Jonathan Fernández
Clases online: el desafío de universitarios de aprender desde su casa
«(») “Hemos comenzado anotar ciertos niveles de brechas sociales y económicas que hasta ahora parecían MARIO SOBARZO Docente de la USACH La expansión del coronavirus por nuestro país generó un inédito desafío en la educación chilena: las clases a distancia. La metodología que antes se utilizaba para enseñar en algunos programas de educación superior destinados a trabajadores, hoy se implementa en todos los niveles. En algunos casos con un grado de improvisación técnica que genera angustia en profesores y estudiantes. Marcelo Valenzuela es uno de los miles de estudiantes de educación superior que debió cambiar su rutina por la emergencia sanitaria. A diario, a eso de las 8 de la mañana, se conecta desde su casa en Lo Prado a clases en la carrera de Pedagogía en educación física en la Universidad Católica Silva Henríquez. Ya no viaja una hora y 20 minutos en Transantiago para asistir a clases, ahora sus trayectos son cortos: desde la cama al living. Sin embargo, lo que podría considerarse una ventaja, lo tiene con un potente grado de angustia, ya que siente que a pesar de cumplir los horarios no aprende mucho a distancia.
“El hecho de aprender sólo de manera teórica, a través de un computador, me hace creer que no hemos adquirido aprendizajes tan significativos como cuando estábamos en clases presenciales”, se lamenta el joven, quien asegura entender y valorar el esfuerzo de sus profes por cumplir con las materias, pero que enfoca su queja en la mala suerte de verse involucrado en un sistema online que se implementó con muy poca preparación.
“Tenemos que reconocer que no todos los docentes conocen el uso de las plataformas online, las que requieren una capacitación por parte de las universidades y no sabemos si las realizan; además, la entrega de conocimiento es limitante, ramos que son prácticos se reemplazan por un cuestionario tipo prueba y no es igual de efectivo”, comentó Paola Santana, estudiante de psicología de la Universidad San Sebastián, que también ha debido repasar sus materias a kilómetros de distancia de una sala de clases. Brechas. Otros de los focos de conflicto dentro del sistema online es el distinto nivel de acceso a las tecnologías que muestran los estudiantes. Cuando el sistema era “normal”, cara a cara, esas diferencias no eran evidentes. Sin embargo, con las clases a distancia, algo que parecería básico, como el acceso a un computador, se transforma en un verdadero dolor de cabeza para los jóvenes.
“Hemos comenzado a observar ciertos niveles de brechas sociales y económicas, que hasta ahora parecían silenciadas, porque una cuestión como tener o no tener acceso a internet o herramientas digitales o incluso al capital cultural es una cuestión compleja”, comentó Mario Sobarzo, docente de la USACH y experto en educación.
Si ala falta de herramientas, le sumamos efecto en la salud mental que ha generado en miles de jóvenes el encierro obligatorio, la retención de materia y el correcto aprendizaje parece una ilusión muy difícil de cumplir, al menos en 2020.
“La inestabilidad psicoemocional que genera el encierro por cuarentena, así como las consecuencias e impactos del Covid-19 propiamente tal, han sido una constante, traduciéndose en inasistencias a clases”, comentó Fernando Seymour Dobud, magister en educación y docente de la UBO. A esperar. Obviamente que desde el Gobierno y el Ministerio de Educación siguen con detención la evolución de la educación a distancia en niveles superiores, pero por ahora los expertos recomiendan no apurar el regreso presencial.
La mesa social Covid-19 de educación entregó al Gobierno dos informes con recomendaciones para el tránsito de la enseñanza remota a la presencial y aseguraron que no es necesario apurar el retorno a las clases presenciales. Estudiantes aseguran que es difícil retener conocimiento en el contexto de pandemia. Más aún cuando el acceso a la tecnología no es parejo para todos.