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La antropóloga social Carla Pinochet, quien lanzará su libro La cultura descentrada en el Centro Cultural La Moneda y que participará en Congreso Futuro, postula que Chile vive una tensión entre la democratización de la cultura y la democracia cultural en el que el poder está en disputa. Es una transición que ha generado cambios sustantivos: pasar del derecho al acceso a la cultura a ser una voz que es parte de ella.
La portada de La cultura descentrada es la polémica obra Estatua de los enamorados de Robinson Barría de Puerto Montt, conocida popularmente como Sentados junto al mar. Fue tema en extenso de los medios de comunicación por la disparidad de opiniones que generó: una escultura de mal gusto o una reivindicación del arte kitsch que interpreta al imaginario popular que ha sido revindicada por amplios públicos.
“Las definiciones de la cultura por parte de las élites, del mundo de la cultura, del que yo misma soy parte, entran en crisis y pugna con otros modos de definir lo cultural que se asocia a imaginarios afectivos y simbólicos. Esos parámetros identitarios no siempre van a coincidir con lo que es definido por las élites como bello o de calidad. La cultura entonces está descentrada, no está donde solía estar”, explica Carla Pinochet Cobos en el libro que lanzará en el Centro Cultural La Moneda (Plaza de la Ciudadanía 26) el 7 de enero a las 18.30 horas. El acceso es liberado.
¿ Quién define que es arte y qué es cultura? Es una rencilla de larga data que hoy tiene más ingredientes, según postula la investigadora: ¿ dónde está el arte y quién es artista? ¿ por qué los propios artistas a veces no se auto reconocen como trabajadores?¿ las expresiones políticas populares son arte? ¿ quién evalúa la calidad artística? Esos
son algunos de los temas que aborda en el texto editado por la Universidad Alberto Hurtado, institución en la que ejerce como profesora asociada del Departamento de Antropología y como directora del Magíster de Antropologías Latinoamericanas.
La genealogía de la democracia cultural no es solo una tendencia académica anglosajona. América Latina se antepuso con productos icónicos como la animación sociocultural, las curadurías participativas o teatro en casas privadas. Chile no fue la excepción: coros ciudadanos, gestión cultural comunitaria, danza contemporánea de adultos mayores, son sólo algunos de ellos. Uno de los ejemplos que se cita en el libro, es la Villa San Luis, objeto de varias intervenciones artísticas que buscan rescatar su memoria simbólica en la ciudad.
A la democracia cultural la antecedió la democratización de la cultura con los gobiernos post dictadura que se concentraron en dar acceso a ella habilitando y construyendo espacios artísticos y poniendo a disposición recursos para festivales y manifestaciones callejeras. Uno de los casos de estudio que Carla Pinochet expone, es el Carnaval Mil Tambores en Valparaíso que en los 90 implicaron tensionar la fiesta callejera versus la basura y la borrachera. Cultura y ciudad; políticas culturales verticales versus impacto en los vecinos, fueron los primeros indicadores de que las expresiones culturales son cada vez más complejas, como toda democracia que busca su madurez
Pasar de la democratización cultural (difundir cultura) a la democracia cultural(derecho a participar en cultura) nos ha tomado años. “Hay que ponernos de acuerdo con más personas que no estaban legitimadas en el campo de la cultura. Quienes estudiaron en un canon de qué es o no es arte con jerarquías y valores, están entrenados para discernir que hay cosas que no son arte y que hoy sí disputan un lugar en ella. Los carnavales y sus repertorios artísticos; el arte callejero, expresiones culturales identitarias, culturales y/o artísticas, incluso las manifestaciones que surgieron en el estallido social, no generan consenso, sino que son objeto de debates.
Hoy nos preguntamos hasta dónde ampliaremos las nociones de arte. Las vanguardias artísticas históricamente han movido la frontera de lo que es arte hacia una direcciones políticas o estéticas, pero lo popular mueve el límite hacia otras partes que puede ser una fusión entre las artes y la vida, el desarrollo social u otras manifestaciones”, explica la antropóloga.
Todas esas preguntas llevan a otra gran tensión: los artistas compiten con ciudadanos participativos por el financiamiento de sus proyectos culturales. El paradigma de la democracia cultural ha encontrado espacio en dependencias del estado, gubernamentales, municipales en el quehacer de las instituciones culturales y en agentes privados.
“También ha habido retrocesos porque la repartición de recursos escasos y la coexistencia con la diversidad de miradas y estéticas implica la pérdida de poder. Han surgido campañas políticas para que esa hegemonía vuelva a su grupo de origen, pero las generaciones nuevas han avanzado sustantivamente al promover la democracia dela cultura como un derecho que incluye distintas formas de expresión e impulsan la diversidad como un lugar legítimo y seguro”, comenta la investigadora y directora alterna del Núcleo Milenio en Culturas Musicales y Sonoras (CMUS).
Las redes sociales han contribuido a ese cambio sustantivo en el que se han acortado las brechas entre los públicos y sus ídolos, según Carla Pinochet. El mercado de la música es un ejemplo claro: hoy un cantautor puede testear un single con sus públicos activando nuevas formas de participación que la industria a su vez capitaliza a través de métricas. “Es claro el viraje hacia la democracia cultural, en el sentido de que hay más actores que hoy intervienen en la definición de la cultura. Pero a la vez es un avance precario, por la complejidad que conlleva administrarla y por la entrega de poder que implica”, dice la autora que además será panelista en Congreso Futuro 2025 el viernes 17 de enero a las 10 horas.
Carla Pinochet Cobos es antropóloga social de la Universidad de Chile y doctora en Antropología de la cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana, México. Además de su labor docente e investigativa, ha participado activamente en diversas instancias de la política cultural local, desde el directorio del Teatro Municipal de Santiago (2022-23) al Comité Asesor del Patrimonio Cultural Inmaterial del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (2024).
Información: Concepto comunicaciones.
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